La académica de la Universidad Central de Chile se refirió a las principales falencias que afectan directamente al grupo de la tercera edad.
Agosto es el último mes del invierno, característico por su clima cambiante y frio. Es por ello que coloquialmente se estila el dicho “Pasar Agosto”. Es un mes difícil para nuestras personas mayores, debido al frio y enfermedades que se presentan en esta época del año.
Los 29 de agosto se conmemora el Día Nacional de las Personas Mayores, en donde se reconoce la contribución que realizan a la sociedad, fomentando su mayor inclusión y bienestar. Se ha promovido una preferencia creciente por el uso de “personas mayores” en lugar de “adultos mayores”, considerando que “personas mayores” es más inclusivo y respetuoso, ya que pone énfasis en las personas antes que en su edad.
En Chile, este grupo etario ha tenido un incremento progresivo. De acuerdo a las proyecciones del INE en 2023, el 19% de la población correspondía a personas sobre los 60 años, lo que equivaldría a 3,6 millones de ciudadanos. Esta tendencia indicaría que Chile se podría posicionar como uno de los países con mayor población envejecida en América Latina.
Como país debemos estar preparados para devolver a nuestras personas mayores todo lo que aportaron la sociedad. Sin embargo, el reconocimiento a su contribución no solo de traduce en políticas públicas y prácticas sociales que respeten y promuevan su bienestar. Uno de los problemas más evidentes es la precariedad económica y las pensiones, en muchos casos insuficientes; el acceso limitado a servicios de salud de calidad y brechas significativas entre los sistemas obliga a muchos adultos mayores migrar de su Isapre a Fonasa; además, los crecientes problemas en salud mental, por procesos de abandono o pérdidas de parejas y/o hijos son uno de los tantos problemas que ocurren y que como sociedad debemos hacernos cargo.
Para enfrentar estas problemáticas el país, a través del Servicio Nacional del Adulto Mayor (Senama) y el Ministerio de Desarrollo Social y Familia ofrecen una serie de ayudas complementarias para quienes tiene más de 60 años. Sin embargo, para acceder a estos apoyos se requiere que las personas mayores sean orientadas y acompañadas, que logren adquirir en muchos casos ciertas competencias de alfabetización digital.
Es evidente que necesitamos un cambio profundo en la forma en que abordamos el envejecimiento en Chile. Este cambio debe comenzar por un reconocimiento más pleno del valor de las personas mayores. Así como un compromiso serio con la mejora de sus condiciones de vida, en el que comprendamos que requieren autonomía, acompañamiento, relacionarse con pares; pero también con gente de otras edades. Reconocer que no quieren cuidar ni ser cuidados, sino que vivir su vida sin las preocupaciones que tuvieron, quizás en su vida más activa. Vivir y estar bien, tener derecho a una vida plena y significativa, en la que sientan que su sociedad sigue manteniendo su valoración, como sujetos activos.