Nuestro ex presidente, fallecido recientemente volando con lluvia sobre el lago Ranco en su helicóptero, era un empresario y político que sobresalía por comprometerse a fondo en los diferentes asuntos que abordaba. Empezó a ganar mucho dinero en dictadura con el negocio inmobiliario, porque sabía comprar y enseguida vender con interesantes ganancias, es decir, era un inversionista con sólidos conocimientos financieros que supo utilizar las reglas del libre mercado para sí mismo, lo cual es obvio, por ser la esencia del sistema económico capitalista en boga en casi todo el mundo.
Gobernó con singular acierto nuestro país en dos ocasiones y en general dejó muy buenos recuerdos para un alto porcentaje de la población. Supo respetar siempre la democracia y últimamente hemos sabido que le había ofrecido al presidente Boric la cooperación de sus especialistas para acometer la tarea de apagar los incendios en la quinta región de Valparaíso, demostrando con ello su espíritu republicano y compromiso en defensa de aquellos compatriotas que sufren desgracias.
Fue el creador de la Pensión Garantizada Universal (PGU), beneficio dirigido a quienes tienen más de 65 años y que ganan mensualmente menos de $ 1.114.446, subsidio que el actual gobierno debería ampliarse a los inválidos que tengan menos años, pues por sus incapacidades permanentes, no pueden trabajar.
Me tocó conocerlo en una oportunidad, año 2009, cuando él era candidato presidencial. Para tal efecto, su secretaria me contactó por teléfono diciéndome que me quería conocer, supongo que, por los comentarios en medios de prensa que yo publicaba en materias de Vivienda, Urbanismo, Medio Ambiente, Obras Públicas, Transporte, Patrimonio Histórico, Probidad y Transparencia. Debo decir, en todo caso, que en las tres elecciones que ganó no voté por su persona. La entrevista fue en su oficina del edificio localizado Apoquindo N°3000, Las Condes, llegando a la cita este columnista acompañado de algunos profesionales, entre otros, la abogada Sara Navas y los arquitectos Jonás Figueroa, Ramón Delpiano; José Miguel Ossandón y Miguel Prieto, todos de la fundación Defendamos La Ciudad, estando él escoltado por el arquitecto Pablo Allard, de su absoluta confianza.
Demostrando su exquisita habilidad para mantener con ventaja una charla con desconocidos, apenas se hizo presente en la amplia sala en la cual lo esperábamos, me espetó dirigiéndose a mi persona “Así que usted es el señor Herman, quien pierde todas las denuncias que hace” (sic).
Se entendió inmediatamente lo que el dueño de casa, con su reconocida sagacidad, intentaba y por ello, para mantener una buena relación no se le respondió. La conversación versaba sobre las deficientes regulaciones urbanísticas asociadas al medio ambiente. Piñera, en su conocido block, anotaba con sus lápices Bic, casi todo lo que escuchaba, subrayando con un plumón amarillo lo que él consideraba de interés. Nunca más estuve con él, pues nos desenvolvemos en círculos diferentes.
El mayor mérito de Piñera fue que su inmensa fortuna la logró partiendo de cero, entre los años 1975 y 1976, aunque años después tuvo algunos tropiezos comerciales, ¡quién no los ha tenido!, siendo su especialidad el negocio financiero y de la construcción, desarrollados con éxito por su calidad de economista de fuste, doctorado en la Universidad de Harvard y con suma experiencia en organismos internacionales ad hoc.
Tuvo diversas incursiones en el ámbito de los negocios, destacándose la creación de la conocida Bancard, con la cual introdujo las necesarias tarjetas de crédito que todos utilizamos y nunca se desprendió de su calidad de importante accionista y socio de las Inmobiliarias Las América y Aconcagua. Por estas cosas de la vida, me tocó conocer el magnífico loteo privado de exquisito lujo, Valle Escondido, comuna de Lo Barnechea, ejecutado por él en conjunto con sus permanentes socios Cueto y otros. Pero con la transacción de Chilevisión fue donde obtuvo la mayor utilidad, gracias a su impecable forma de negociar.
Piñera era muy inquieto y cariñoso con su familia y amigos, quienes son actualmente sus deudos. Aprovechando esta columna de opinión le expreso mis sentidas condolencias a su señora, hijos y hermanos, pues han perdido a un magnífico ser humano que supo aprovechar muy bien las capacidades de todo tipo que tenía.