El sector agroalimentario chileno destaca como uno de los motores dinámicos de la economía nacional. Contribuye significativamente al Producto Interno Bruto (PIB), con un aporte aproximado del 4,7%, y representa cerca del 14% de las exportaciones del país.
En 2023, el subsector de frutas y cultivos experimentó descensos tanto en la producción como en los precios. Durante mayo, el Índice Global de Presión en la Cadena de Suministro alcanzó su punto más bajo desde 1997, registrando un valor de -1,71. Se anticipa un incremento del 15% en la producción de cerezas para 2024, a pesar de enfrentar desafíos climáticos.
Además, podría existir un impacto derivado del Año Nuevo Chino en los envíos y costos, junto con la eventual repercusión de la crisis económica en ese país. En general, las perspectivas son favorables, aunque se debe mantener una constante vigilancia en relación al clima.
Para la temporada 2024, se espera una menor intención de siembra a nivel nacional en cereales, lo que genera incertidumbre en la evolución económica del sector. La producción mundial de trigo se proyecta un 0,8% menor al récord anterior. En contraste, se anticipa un ligero aumento en la producción mundial de maíz, liderado por Ucrania y Estados Unidos. Por su parte, la producción mundial de arroz podría registrar un incremento del 0,9% respecto a 2022/23, alcanzando volúmenes históricos.
En cuanto a las carnes, en 2023 el sector porcino y avícola enfrentó márgenes ajustados debido a la baja demanda china y la amplia oferta a nivel mundial, lo que redujo los precios del cerdo y el pollo. Aunque hubo buenas cosechas, los altos costos de alimentación persistieron. Se observaron restricciones por influenza aviar y una demanda lenta debido a la presión inflacionaria global. Para el 2024, se prevé estabilidad, sujeta a posibles cambios en la demanda.
En el sector lechero, durante 2023, hubo una caída del 4,1% en la adquisición de leche, aumento en costos de producción, disminución de inventarios por venta de animales y menor producción de praderas, debido a la sequía y la fertilización deficiente. Aunque el precio para el productor aumentó un 13,4%, no compensó los costos. Se espera una posible reversión en el 2024 debido a la baja en precios de insumos y mejores condiciones climáticas.
Respecto al subsector del salmón, en 2023 se mantuvo en condiciones similares al año anterior, con demanda estable, oferta controlada y precios altos, aunque inferiores a los registrados en 2022. Las exportaciones de salmón y trucha retrocedieron un 0,2% hasta septiembre. Para 2024, se espera una tendencia positiva con precios altos debido a la escasez de oferta en Noruega y Chile, resultado de regulaciones que limitan su expansión y una alta demanda global. Es fundamental mantener una renovación constante en la gama de productos ofrecidos y ampliar la presencia en diversos mercados. Esta visión estratégica busca no solo diversificar las ofertas, sino también potenciar la presencia y la competitividad en un mercado clave como el indio.