En términos simples, esta tendencia mundial es la manifestación en la falta de interés que tiene alguien por formar una relación amorosa con otra persona.
La agamia está llamando la atención de los especialistas a nivel mundial toda vez que es una tendencia que ha ido creciendo, generando preocupación en el ámbito de las relaciones interpersonales, especialmente en el contexto de las parejas. Se le considera como una idea revolucionaria que escapa las convenciones tradicionales y abre paso a una nueva forma de relacionarse que se caracteriza por la ausencia de lo que se conoce como gamos, una unión entre dos personas que tiene al matrimonio como punto de referencia. Esto se ve reflejado en el bajo interés que existe en la actualidad por formalizar las relaciones, priorizando vínculos afectivos donde predomina la libertad individual.
¿Qué es la agamia?
Es una palabra que deriva del griego ‘a’ (no o sin) y ‘gamos’ (unión íntima o matrimonio), propone una forma de relación caracterizada por la ausencia de la necesidad de formar una relación “amorosa” o “romántica”. Este modelo cuestiona profundamente la ideología amorosa tradicional, sugiriendo que el enamoramiento puede nublar la racionalidad y promover expectativas irreales.
A juicio de la experta en comportamiento humano, Guillermina Guzmán Leal, se trataría de “personas que cuestionan la noción que indica que sólo es posible relacionarse a través del amor tradicional y que necesariamente se vive y experimenta en una relación con otra persona. En el caso de la agamia, el matrimonio es visto como una limitación de la libertad individual y el no reconocimiento a la diversidad de las relaciones”, explica la profesional.
Guzmán indica que entre los factores que podrían estar contribuyendo en el aumento de la agamia podría estar la idea de que “el cuento de hadas, el príncipe y la princesa tal como lo conocimos en alguna época ya está en retirada. Se idealiza cada vez menos el amor tipo “media naranja o mi otra mitad” para privilegiar la libertad individual, los proyectos profesionales, el crecimiento y desarrollo de los individuos en sociedad. Sin embargo, es importante tener presente que no tener pareja como condición pone en evidencia alguna clase de problema vincular porque tener como premisa el no estar románticamente o evitar conocer a alguien es una forma de rechazo que puede estar fundamentada en experiencias pasadas, como por ejemplo haber sido traicionado, no querer ser lastimado nuevamente o tener miedo al compromiso emocional pueden ser algunas de las vivencias que anteceden a la decisión de apostar por la agamia”.
Por su parte el académico y máster en comunicaciones, Rodrigo Durán Guzmán, complementa lo que indica la especialista en comportamiento humano aseverando que “si algo se ha ido perdiendo con el paso de los años es la aceptación de nosotros mismos y de los otros. Las exigencias son cada vez más altas y por ende las expectativas también. Y cuando éstas no se cumplen viene la frustración y eso trae consigo el despertar de miedos, incertidumbres y otros que afectan en nuestra toma de decisiones, en nuestra capacidad de vincularnos con otras personas, de no saber cómo relacionarnos, comunicarnos y expresar nuestro sentir”.
Durán agrega además que “la agamia se distingue de la soltería y del poliamor. Esto porque mientras la soltería es vista como un estado transitorio hacia la formación de una pareja, la agamia rechaza la idea de que la búsqueda de pareja sea necesaria para la expresión vital de la persona. A diferencia del poliamor, que acepta múltiples relaciones amorosas simultáneas, la agamia se aleja del concepto de relación y amor, priorizando el autoconocimiento y disfrute sexual individual”.
El profesional agrega que “la agamia puede afectar a las personas de diversas maneras, tanto física como emocionalmente, y puede tener múltiples causas, que pueden ser médicas, psicológicas o sociales. Algunas de sus implicancias pueden estar en: problemas de relacionarnos con otros, problemas de autoestima, falencias en salud mental, definición y aceptación de la identidad sexual, entre otros”, concluyó el máster en comunicaciones y académico Rodrigo Durán Guzmán.